miércoles, 22 de abril de 2009

El cine de catástrofes

El cine de catástrofes es ese género cinematográfico a caballo entre el cine de aventuras y el de la ciencia-ficción en el que, en localizaciones habitualmente reconocibles y cercanas, algún gran desastre natural (como un terremoto, un volcán o un tifón) o artificial (paisajes devastados por las radiaciones atómicas o animales mutados genéticamente) amenazan la existencia de la especie humana. En ellas normalmente aparecen multitud de tramas paralelas para dar un dinamismo y una amplitud que abarque a todos los individuos del entorno donde la catástrofe tiene lugar, así como para dar verismo y crear una mayor empatía espectador-personajes.

Género que fue denominado y reconocido como tal a partir de la década setenta, la época más esplendorosa en este tipo de producciones, a partir del éxito de algunas como Aeropuerto de George Seaton, cinta que tendría varias secuelas (como Aeropuerto 75 y Aeropuerto 77) y que, igual que su primera entrega abrió la época dorada de este género, lo cerraría con la última Aeropuerto 80, película del año 1979.



Fue en esta época cuando se produjeron películas tan importantes del género como Tiburón, Piraña, El coloso en llamas o La aventura del Poseidón. Sin embargo, fueron llegar los 80 y la Administración presidencial americana de Ronald Reagan y su 'Imperio del Mal' para que de nuevo volvieran las películas donde los enemigos de los americanos no era la naturaleza, sino los mismos soviéticos que habían plagado la pantalla grande en los 50 de McCarthy y en los 60 de la carrera espacial y armamentístico-nuclear.

Sin embargo, como todo en esta vida, los enemigos dejan de serlo, los muros caen y la Perestroika trajo un vacío de enemigos arquetípicos con los que plagar las superproducciones de Hollywood. Y así evolucionaron los primeros '90, dando palos a todo tipo de género; mientras que el cine independiente y de nuevos autores se afianzaba, al igual que en los 70, con los ya postmodernistas Coen's, Tarantino's, Rodríguez's, Demme's y Darabont's, hubo recuperaciones de géneros hacía tiempo desterrados como el western (con títulos capitales como Bailando con lobos y Sin perdón) o en el bélico, que tras su obcecada representación del infiermo estadounidense en Vietnam, volvían a echar la mirada a otras amenazas como la del nazismo (La lista de Schindler).

A partir del 95, principalmente a partir del éxito de Independence Day, volvieron a la cartelera las grandes superproducciones de catástrofes, en esta ocasión con temas aún más vinculados con la ciencia-ficción (junto a las tradicionalistas Volcano o Twister, se pueden encontrar otras como Deep Impact, Armageddon, Un pueblo llamado Dante's Peak, Pánico en el túnel, y, por supuesto, el super éxito Titanic).



No es por tanto de extrañar, que justo al final de esa década, en el 1.999, uno de los grandes últimos genios del cine americano, Paul Thomas Anderson, consiguiese el mayor punto de inflexión y de giro argumental en su mejor película, Magnolia (y posiblemente la mejor película de ese fructífero año), con la inclusión de un peculiar desastre natural.

Si no han visto Magnolia, tampoco vean el siguiente vídeo bajo ningún concepto:



Fue en la sociedad post-11 de septiembre cuando parecía que la naturaleza tenía que ceder de nuevo al sitio, esta vez a favor de las películas de choques de civilizaciones a lo Huntington. Sin embargo, para el beneficio del cine de catástrofes, apareció otro fenómeno con no menor calado social: el del cambio climático.

El cambio climático ha desatado otra vez el furor en el comienzo del S. XXI por este tipo de cintas. Películas como El día de mañana, La tormenta perfecta, Señales del futuro o La plaga, hacen recordarnos el enorme poder destructor que puede albergar la naturaleza en su seno; recordatorios que son parodiados en títulos como Disaster Movie.





Es tal la asimilación que tenemos del cambio climático, que en películas como Inteligencia Artificial, del año 2001, aparece una Manhattan inundada y, posteriormente congelada, que muestran unas irónicas Torres Gemelas aún en pie.





Asimismo, documentales como Una verdad incómoda, no hacen más que propagar una inquietud por la ecología que, de seguir así, nos auguran una buena cantidad de películas de catástrofes por venir. Para comenzar, dos que ya están a la vista: 2012 y Avatar.



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Fuentes:

http://imparcial.blogcindario.com/2005/11/00406-el-cine-de-catastrofes.html

http://es.wikipedia.org/wiki/Cine_cat%C3%A1strofe

http://www.guzmanurrero.es/index.php/Ultimas-noticias/CINE-Y-LETRAS-Cine-de-catastrofes-japones.html

http://www.abc.es/hemeroteca/historico-28-07-2006/sevilla/Espectaculos/cine-de-catastrofes-en-tiempos-de-crisis_1422644053962.html

http://www.canaltrans.com/lalinternamagica/026.html

http://www.scribd.com/doc/12790785/Los-tsunamis-en-el-cine-de-catastrofes

1 comentario:

  1. pon en azul las advertencias para nover los videos de magnolia y eso

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