lunes, 9 de febrero de 2009

Sobre el futuro periodismo en la red (Práctica 1)

Sin duda, Google es el gran gestor actual de la información por internet; pero, ¿hasta dónde llegarán sus tentáculos en ese futuro que se intuye tras las absorciones de tantas otras plataformas digitales y la creación de un software (en muchos casos copiado) que, dado su alto poder de difusión por la red, nos llega casi sin desearlo?

La respuesta parece ser clara en el vídeo EPIC 14, según el cual se mantiene que la existencia de la información y los informadores ajenos a Google están condenados a la desparación en un lapso de tiempo insólitamente corto.




Con un tono impersonal, este cortometraje nos habla de un futuro desolador, en el que la red quedara definitivamente en manos de un solo organismo y que, aunado a la tecnología de localización y rastreo que operan los teléfonos móviles, cuyo internet también sería 100% Google, desembocaría en una sociedad controlada hasta en los detalles más nimios, una sociedad que, lógicamente, se iría acostumbrando progresivamente a este subrepticio dominio y, por tanto, una sociedad en la que el Gran Hermano orwelliano existiría por su capacidad de control pero, sobre todo, por su capacidad de eliminar toda aquella competencia que le pueda suponer un perjuicio. No hay que pasar por alto que el mayor problema que entraña la supremacía de Google no reside en que vaya creciendo y que cada vez su dominio sea más intenso y feroz, sino en que, por definición, es en su seno en el que se decide la actividad de todo el resto de la red (o al menos del resto de la red en el que cabe esperar una esperanza). Google, al ser el punto de partida de toda búsqueda y navegación posterior por internet, posee intrínsecamente una capacidad de gate-keeper que predestina sin modo de escape las páginas que vemos y las que no vemos. Si, como parece, en el futuro lo normal será que esta selección se haga de un modo personalizado a través de las bases de datos que controlan los automatismos y robots de la empresa, la situación se agravaría: el pluralismo y facilidad de difusión que supuestamente nacieron con el concepto de la red virtual se verán destruidas ante una empresa que los monopolizará.

Asimismo, la información periodística tradicional que, junto al periodista irá desapareciendo, se verá relegada por una que se recibirá de un modo filtrado a través de unos mecanismos que, para más inri, serán simples algoritmos industriales para acallar nuestras cada vez más anquilosadas necesidades informativas y convirtiéndolas en unas de tipo trivial y sensacionalista.
Este futuro va camino de convertirse en real tras los 4 o 5 años transcurridos desde que se publicó el susodicho vídeo. Google ha adquirido el más famoso portal de vídeos de internet (YouTube), ha suplantado las aspiraciones de otras iniciativas de correos electrónicos y redes sociales con macroentornos como el de Gmail y llevado a otras a cabo en terrenos que se suponían competencia de otras organizaciones (Google Maps, Google Earth, Picasa, etc.).

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Al hilo de ello se encuentra otro problema: el de la anulación de los demás medios comunicativos por medio de su control. La televisión y la radio, y no sólo la prensa escrita, pueden adscribirse (y lo hacen) en el entorno virtual. Esto conlleva a que el lógico aglutinamiento de aplicaciones en una misma herramienta propicie una consecuente digitalización y divulgación virtual de este contenido que, en principio, podría aparecer como la alternativa a Google. Sin embargo, teniendo en cuenta que Google puede también controlar el acceso a estos medios, en el momento que le dé a dicha empresa por adquirir o crear medios televisivos propios, esta competencia también se verá amenazada.

Incluso música y cine se empiezan a consumir más en los formatos digitales que en los analógicos. Las películas ya se descargan de internet y, por supuesto, la música. Esto entraña otra amenaza: el de los derechos de autor. En YouTube (propiedad de Google) son innumerables los ejemplos de vídeos y músicas que sortean el control del derecho intelectual. Con la excusa de que cada usuario puede subir sus propias imágenes... Esto ha supuesto que las productoras tengan que negociar con estas plataformas (que, cómo no, suelen estar asociadas a la empresa Google) lo que ya inicia otra senda de disputa que se antoja para los próximos años: el daño que supone al mundo de la cultura.

Es cierto que la difusión aumenta, pero proyectos como el de Google Books (la digitalización de las bibliotecas) o el que se está iniciando alrededor del mundo de las artes plásticas (un ejemplo es el de las reconstrucciones virtuales de los cuadros del Museo del Prado) conllevarán, además de poseer ases en la manga (como la difusión intencionalmente parcial de los textos con derechos de autor, con la excusa de no perjudicar a éstos), a un abandono de las más engorrosas visitas a los museos y a la progresiva introducción del libro electrónico, compatible con los textos descargados, con la consecuente destrucción o conversión de la industria editorial, así como la autoasunción de Google como valedor y salvaguarda de la cultura, rol que, personalmente, prefiero que no sea adoptado por una única y todopoderosa empresa (y con empresa me gustaría que se vieran asociadas todas sus connotaciones negativas por motivos económicos y de influencia).



En cuanto al tema sobre los daños que Google puede infligir en los autores existen opiniones afines (http://www.abcdesevilla.es/historico-opinion/index.asp?ff=20080714&idn=1642001111021) y detractoras (http://www.enriquedans.com/2008/07/google-el-rio-revuelto-y-la-ganancia-del-pescador.html).

Por tanto, pese a mi opinión de que dicho control totalitario tendrá lugar, pero en un periodo temporal más dilatado, exiten motivos de sobra para pensar en que si no existe una debacle económica que acabe con la hegemonía cibernética de Google, el futuro ciertamente no pinta muy bien al respecto.

Para finalizar, y con un tinte de momento aún de ciencia ficción (por implicar la utilización de un desarrollo de la tecnología que nos permita compartir la memoria y experiencias mentales), os dejo otro vídeo con similar estrucutura al de EPIC 14 que, además, trata también el tema de los derechos de autor y los demás medios audiovisuales (supongo que a raíz del fenómeno YouTube, posterior al primer vídeo presentado).


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