Una curiosa epidemia de ceguera sacude un país. Las primeras víctimas de este accidente son encerradas en un hospital sin recibir explicaciones ni apoyo. Entre ellas está una mujer que conserva su vista en secreto para poder acompañar a su marido ciego. En el encierro se darán todo tipo de atrocidades y en la calle dominará el caos y el terror...Pese a que Saramago declarase que su novela fuera "puramente visual", precisamente es ésta ausencia del sentido visual a la que el texto nos obliga donde radica su mayor fuerza. En el medio cinematográfico, con la adición de imágenes que dan corporeidad a los espacios (infinitamente más pequeños de los que se podría imaginar leyendo en la novela) y, sobre todo, un rostro a sus personajes, aparecen como defectos algunas de las virtudes del medio literario. Una de las virtudes de la historia que en su libro nos relata Saramago es la plena inmersión a la que nos conduce el desconocimiento del físico de los encerrados en el manicomio; manicomio donde se mantiene la cuarentena por "el mal blanco", nombre con el que se conoce a la epidemia de ceguera, ya que la enfermedad provoca una visión con
Ahora bien, esta sensación de invidencia intenta simularse a través de diferentes técnicas: un montaje acelerado que nos noquea y desorienta el ojo, una fotografía enfermizamente blanquecina que, además de la recurrencia a filtros y distorsiones focales, suele opacar las referencias espaciales en los momentos en que la acción se traslada de lugar, unos encuadres cerrados e incómodos en las localizaciones interiores... El objetivo se cumple muy parcialmente, pero lo que la existencia de visión nos arrebata de la sensación original del libro, el formato cinematográfico nos lo regala por el elemento sonoro. Los gritos, los ecos, ver cómo el sonido es el único motor sensorial a larga distancia aporta un plus añadido de camino a la empatía asfixiante que se pretende lograr. Sin embargo, también el audio consigue en esta película uno de esos raros y gratificantes clímax anticlimáticos (ya que es ciertamente uno de los momentos más relajados y narrativamente insignificantes de la película), en el momento en el que una comunión fraternal se extiende por la sala del psiquiátrico, plagada de recién llegados, a causa de la bonita canción que emite la moribunda radio del "Hombre negro con parche" que interpreta Danny Glover.
En este momento experimenté una sensación bastante similar a la del súbito silencio de Hijos de los hombres cuando, en plena contienda dentro del gueto, los disparos y bombas cesan ante el asombro producido por un bebé que llora a pleno pulmón en brazos de su fértil madre. Sin llegar a ser tan culminante como en este ejemplo, por el nada nimio detalle de su localización dentro de la estructura total (la canción se escucha en una escena a mitad de la película), es cierto que evidencia una de las faltas de la literatura que no comparten ni cine ni música: su ausencia de un ritmo absolutamente definido. Este acto aparece en la novela, no es invención del guionista, pero aquí se hace más emotiva en cuanto a que el movimiento y sentimiento de los personajes, fácticamente, se da al ritmo de una música que en la película se escucha ,y no al impuesto por unas palabras, descompasadas y divorciadas del estímulo melódico y temporal de la realidad ficcionada.

Remarcando lo primitivo de la sociedad que se conforma dentro del sanatorio, la banda sonora musical compuesta por Marco Antonio Guimaraes basa su instrumentación fundamentalmente en la percusión, los ritmos ostinato y las melodías desnudas.
Muchos han achacado a la película un descafeinamiento respecto a su fuente literaria. Sin embargo, pese a que en la novela las situaciones son llevadas un poco más al límite, lo cierto es que el director intentó absorber y reflejar esta brutalidad en el primero montaje, pero los primeros pases de prueba que la productora hizo con público fueron un fracaso. Los espectadores no soportaban el visionado y un elevado número de ellos salieron de la sala mucho antes de los créditos finales. Hasta llegar a la versión final, la que se está exhibiendo en las salas, Meirelles tuvo que probar con una decena antes. Por tanto, debería ser tema de debate que el sujeto de esta crítica publicada en La Vanguardia "Meirelles parece haberse quedado en la epidermis del inquietante tema político que subyace en la novela de Saramago" fuera cambiado por el sintagma 'el público'.
Con una mala acogida de la crítica norteamericana y francesa (la cinta, además de optar a la Palma de Oro en el Festival de Cannes, fue la que inauguró su 61ª edición), el director espera mayor éxito en España, siguiendo la estela de otros territorios latinos como Brasil, México o Portugal donde el film cosechó un éxito notable.
A causa de esto es, probablemente, por lo que la promoción en España ha sido significativamente potente, con la visita a nuestro país del propio Meirelles, de Saramago, y de alguno de los actores como García Bernal. En esta tesitura se encuentra la rueda de prensa que tuvo lugar en la Casa de América de Madrid, donde el director de la película y el escritor del libro tuvieron además un encuentro con un periodista del periódico El País, de donde surge la entrevista que a continuación os transcribo:

Pregunta. Señor Saramago, ¿por qué se decidió a autorizar la adaptación de su libro después de años de negarse a ello?
José Saramago. Cuando salió la novela, Meirelles preguntó a mi editor si yo estaría interesado en la adaptación. Dije que no. Luego llegaron más de 30 ofertas, casi todas de Hollywood, pero yo temía que, siendo una novela fuerte, violenta incluso, se usara esa violencia de forma gratuita. Hasta que llegaron a mi casa unos productores canadienses y pensé que podía fiarme de ellos. Lo que no había era director. Cuando me llamaron para proponerme uno resultó ser Fernando Meirelles.
P. No se han hecho realidad sus temores.
J. S. Al contrario. Pero mi rechazo se basaba también en que pensé que no me gustaría ver las caras de mis personajes.
P. ¿La adaptación es fiel?
Fernando Meirelles. Creo que sí, sobre todo porque no conseguí liberarme del libro. A veces me preguntan si adapto novelas porque no encuentro historias propias, pero para mí Ciudad de Dios, El jardinero fiel y A ciegas [basadas en novelas de Paulo Lins, John le Carré y José Saramago] son propias. Soy un lector compulsivo, y hacer una película me parece una buena excusa para seguir metido en el mundo del libro.
J. S. Tampoco hace falta que una adaptación sea fiel. Incluso demasiada fidelidad no es buena. Es lo que ocurrió con La balsa de piedra [dirigida en 2002 por el francés George Sluizer]. Parece que el autor debería decir que cuanto más fiel mejor, pero hay infidelidades beneficiosas. La película cuenta la misma historia que el libro por otros medios.
P. ¿La imagen puede matar la imaginación?
J. S. Eso no me da miedo. Lo que la mata son los efectos especiales, que no dejan que el espectador ponga nada de su parte.
P. Sus otras películas tenían un escenario concreto (Brasil, África). A ciegas es una utopía. ¿Le costó más imaginarla?
F. M. Nunca tengo la película en la cabeza antes de rodarla. La descubro a medida que la hago. Es igual cuando se escribe, ¿no?
J. S. Sí, las cosas se hacen haciéndolas. En el trabajo vas resolviendo problemas que al empezar ni sabías que tenías.
P. ¿Fue distinto el trabajo con Lins, Le Carré y Saramago?
F. M. Paulo Lins se implicó mucho. Venía al rodaje una o dos veces por semana. Nos ayudó mucho en la ambientación. Nos decía: "La gente no llevaba esos zapatos". Le Carré y Saramago dijeron que hiciera lo que quisiera.
J. S. Le tocaba trabajar a él.
F. M. Lo mismo dijo Le Carré.
J. S. Cuando vino a verme a Lisboa traía un montón de preguntas, y yo le dije: "Haz lo que quieras con la novela, pero no preguntes nada".
P. ¿El cine pierde la parte reflexiva que tiene la novela?
J. S. Tiene que recogerla por otros medios. Mientras el cine es sintético, la literatura es analítica.
P. ¿Hay algo de la novela que eche de menos en la película?
J. S. No. Bueno, una frase de una mujer: "Hay dentro de nosotros algo que no tiene nombre, y eso es lo que somos". Yo puedo pensar en eso una hora, pero el cine no te da ni 15 minutos.
F. M. En la versión que pasamos en Cannes estaba esa frase, pero era demasiado literaria.
J. S. ¿Y qué tiene de malo lo literario?
F. M. Que no funciona porque se impone al espectador.
J. S. Lo que pasa es que en el cine hay una forma canónica de contar historias que se repite de película en película. Habría que romper con ella.
F. M. Vaya, estuve seis meses dudando si mantener la frase y ahora me pones en un conflicto.
P. La novela se publicó hace 19 años y la película se estrena en plena crisis. ¿Serviría como metáfora de un mundo degradado?
J. S. Deberíamos haber sabido que pasaba algo raro. Ese no querer darse cuenta era una especie de ceguera. Los personajes no son ciegos, están ciegos.
P. Y las víctimas se convierten en verdugos.
J. S. No hay una víctima que lo sea en todas las circunstancias. Siempre hay un momento en el que la víctima pasa a tener alguna autoridad, y si la tiene, la usa.
P. La película parece más optimista que el libro
F. M. Es menos dura porque es más soportable leer una escena cruda que verla. Mi primera versión del final era más duro. La probamos con algunos espectadores y se salían. Eso pasa también con un libro, pero al libro puedes volver, mientras que si la audiencia se sale del cine ya no vuelve.
J. S. Pero los únicos que pueden cambiar el mundo son los pesimistas. A los optimistas ya les parece bien como está.
Fuentes:
http://www.elpais.com/articulo/cultura/Meirelles/ciegas/filme/entiende/mejor/paises/latinos/elpepucul/20090303elpepucul_3/Tes
http://www.filmaffinity.com/es/film224179.html
http://www.elpais.com/articulo/ultima/Todo/puede/perder/instante/elpepiult/20080521elpepiult_2/Tes
http://www.elpais.com/articulo/cultura/literatura/entra/ciegas/cine/elpepicul/20090304elpepicul_1/Tes
http://www.youtube.com/watch?v=ce96Zrt-o5s
http://www.imdb.com/title/tt0861689/
http://www.elmundo.es/elmundo/2009/03/03/cultura/1236095068.html
http://www.cinefantastico.com/entrevista.php?id=149
http://www.decine21.com/Entrevistas/Fernando-Meirelles-12032009.asp?Id=344
No hay comentarios:
Publicar un comentario